Ante los retos internos y externos sin precedentes a los que se enfrentan las organizaciones del sector humanitario y social, la Fundación de la Cruz Roja Francesa propone un enfoque innovador: utilizar la investigación para aprender, adaptarse y apoyar a las personas vulnerables durante y entre las crisis.
La Fundación, que el pasado mes de octubre celebró 10 años de compromiso con la investigación humanitaria y social, promueve el conocimiento científico, la reflexión ética y la innovación social para hacer avanzar la acción al servicio de los más vulnerables.
Virginie Troit, Directora de la Fundación de la Cruz Roja Francesa, explica la importancia vital de la investigación y cómo puede ayudar a los profesionales de la ayuda humanitaria.
El 26 de Octubre, la Cruz Roja Francesa habló sobre los 10 años de investigación sobre el epicentro de la vulnerabilidad a través de una conferencia internacional y el lanzamiento de una publicación. ¿Qué recuerda de ese evento?
Virginie Troit – Más allá de la extraordinaria determinación de todos los participantes por avanzar en todos los retos globales y locales a los que todos se enfrentan en sus respectivas funciones, la principal enseñanza fue la confirmación de que vamos por el buen camino y de que debemos perseverar en nuestras misiones en conjunto.
No sólo como parte del organismo de la Cruz Roja Francesa, sino también para contribuir a la dinámica científica dentro del Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja y de nuestro ámbito profesional. Fuimos los primeros en quedarnos impresionados por la comunidad de académicos, colegas profesionales y estudiantes motivados que la jornada reunió en Sciences Po Paris y por la riqueza de su diálogo. Un acontecimiento así nos permitió no sólo hacer balance de las preguntas de investigación que habíamos lanzado, sino también de los métodos utilizados y los resultados obtenidos. A través de las mesas redondas y de nuestra publicación «L’Essentiel, 10 ans de recherche au cœur des vulnérabilités» (Lo esencial: 10 años de investigación sobre la vulnerabilidad), también fue una oportunidad para compartir los beneficios que vemos cada día en la Fundación de una colaboración más estrecha entre los investigadores y los actores de la acción humanitaria y social.
La primera mesa redonda fue dedicada de a la “Transición Humanitaria”. ¿A qué os referís con “Transición Humanitaria” y qué rol tiene la Cruz Roja Francesa juega en este asunto?
Virginie Troit – La Fundación, como iniciativa de la Cruz Roja Francesa, desarrolló la noción de transición humanitaria, ya que el sector la necesitaba, al igual que la transición ecológica, energética o alimentaria. Conocimos a los organizadores durante los preparativos de la Cumbre Humanitaria Mundial (CHM) en las consultas regionales de 2014. Desde finales de los años 90, el sistema humanitario está experimentando cambios más profundos que los vividos durante las grandes crisis del siglo XX. Se trata de un cambio de paradigma que es absolutamente necesario comprender y anticipar para estar mejor preparados.
La transformación de crisis que duran y se yuxtaponen a escalas sin precedentes, la difuminación de la frontera entre la guerra y la paz, la entrada en escena de nuevos actores y donantes, prácticas emergentes como las transferencias monetarias, impulsadas por las nuevas tecnologías, y nuevas condiciones geopolíticas en las que la soberanía de los Estados se expresa con mayor firmeza, son factores que deben enriquecer nuestros planteamientos operativos, institucionales y éticos de la relación entre la persona que recibe ayuda y la que la presta.
La mesa redonda puso de relieve el hecho de que ya no tenemos un único sistema humanitario, sino varios, que debemos comprender, la prioridad de incluir a los países del Sur, ya sea para las organizaciones humanitarias locales o para los investigadores más cercanos a las crisis, y la absoluta necesidad de volver a un enfoque ético, en particular en materia de cuidados.
Una segunda mesa redonda estuvo dedicada a la experiencia de la migración. ¿Qué pueden decirnos los investigadores a los que ha acompañado sobre la situación, y cómo pueden contribuir sus aportaciones a mejorar las prácticas humanitarias actuales?
Virginie Troit – La investigación en humanidades y ciencias sociales que hemos apoyado tiene por objeto comprender mejor la supervivencia y las trayectorias vitales de los exiliados, y producir nuevos conocimientos sobre las condiciones en que son acogidos y el camino que siguen.
También ha puesto de relieve las experiencias de quienes están en primera línea, desde las iniciativas ciudadanas individuales hasta las estructuras formales y la acción de la diáspora. En un tema muy politizado, es importante observar los fenómenos, recoger experiencias para alimentar metódicamente las políticas y programas de la sociedad civil, y evitar a toda costa estereotipos e ideas falsas que puedan comprometer las acciones de solidaridad. La mesa redonda demostró el valor añadido de combinar las perspectivas de la sociología, la geografía y las ciencias políticas con ONG como SOS Méditerranée y Médicos del Mundo, y consorcios de investigación únicos como el Institut Convergences Migrations, para poner de relieve la falta de análisis de las cuestiones de género, que siguen estando infravaloradas, la criminalización de la solidaridad, la creación de discursos y la movilización de las instancias jurídicas entre el derecho nacional y el internacional.
Sabemos que el cambio climático está provocando un aumento de la frecuencia e intensidad de las catástrofes naturales. ¿Qué puede decirnos la investigación sobre cómo pensar y afrontar futuras catástrofes?
Virginie Troit – La mesa redonda dedicada a este tema, continuación de los trabajos que venimos realizando en el África subsahariana, en Francia metropolitana y en los territorios franceses de ultramar, puso de manifiesto que las ciencias sociales pueden marcar la diferencia a la hora de comprender los efectos del cambio climático sobre la salud, mejorar la preparación de las poblaciones y los voluntarios, entender las consecuencias de las catástrofes sobre la cohesión social y los factores que hacen vulnerables a los territorios. En particular, la cuestión de las representaciones y percepciones es especialmente importante para garantizar que los sistemas implantados funcionen, sean eficaces y respeten a las personas vulnerables. Los resultados de la investigación, tanto a escala local como internacional, permiten también trabajar en pro de una mejor articulación entre los distintos niveles de actuación, ya se trate de la gobernanza mundial o de los mecanismos territoriales. Por supuesto, habrá que disponer de financiación para trabajar en todas las etapas de la resiliencia, antes, durante y después de una catástrofe, de modo que la recuperación y la gestión anticipada de los riesgos vayan de la mano, evitando al mismo tiempo una sustitución de papeles, en la que cada actor asuma sus responsabilidades.
Por último, ¿qué asuntos son específicos para la investigación en el sector humanitario y que retos deberíamos afrontar en los próximos años?
Virginie Troit – Hay muchas, pero me gustaría destacar tres de ellas.
La primera es la constatación de que las organizaciones de la sociedad civil que trabajan con los más vulnerables ya no pueden prescindir de la cooperación a largo plazo con los investigadores y el mundo académico, dada la creciente complejidad y volumen de los retos a los que se enfrentan. La lucha contra la desinformación mediante métodos científicos y la producción de nuevos datos es también una prioridad si queremos evitar la creciente polarización y el declive de la solidaridad y los lazos sociales que son su razón de ser.
Otra cuestión es la «localización», una agenda que surgió en el ámbito de la ayuda internacional en 2016 para promover una ayuda «lo más local posible y lo más internacional posible», pero que es igual de válida para la investigación. Hay que reforzar de forma más concreta la participación y la inclusión de investigadores de todos los continentes, en particular de los países más afectados por las crisis, para escuchar mejor a las sociedades y contribuir de forma más equitativa al debate científico mundial sobre las cuestiones humanitarias.
Reforzar la cooperación entre los profesionales en primera línea de la vulnerabilidad y los investigadores de todas las disciplinas no es un paso insignificante. Los financiadores privados y públicos deben comprender que conciliar la financiación de las operaciones humanitarias y sociales con la investigación y la innovación reforzará su impacto en la sociedad. Pero hay muy pocas líneas presupuestarias que lo permitan. Dedicar más espacio y presupuesto al diálogo entre investigadores, organizaciones de la sociedad civil y responsables de la toma de decisiones innovadoras contribuye sin duda a un mejor uso de los recursos y a un enfoque más ético de las personas a las que apoyamos.
El reciente desarrollo de nuestro programa Bénévo’Lab, en el que la investigación se inspira en los voluntarios de la Cruz Roja francesa, y nuestro nuevo método de innovación social, APRIS (Atelier post-recherche et innovation sociale), que propone planes de acción basados en los resultados de la investigación, demuestran que con pocos recursos y un diálogo comprometido entre investigadores y partes interesadas, es emocionante y no tan difícil cambiar las fronteras.